Los renglones torcidos de Dios

 "No depende del Criterio ajeno"


-Los renglones torcidos de Dios-


"Solo Dios conoce el Corazón del Hombre". Ya os salgo al paso de la pregunta que tenéis en mente y que no os atrevéis, algunos, a realizar: 


"Algunos magos parecieran ser malvados e indiferentes; pero sus poderes mágicos están comprobados, ¿Como dices, Aralba, que el requisito indispensable para ser un Mago es ser una buena Persona?"


Bien, supongo que tendréis en mente a Personajes célebres como Aleixter Crowley, Joseph Bálsamo (Cagliostro) o al mismísimo Osho o a Serge Raiynaud de la Ferreire de la Gran Fraternidad Universal,  entre muchos otros tildados de impropios y embusteros, que os invito a que relacionéis en los comentarios, con el fin de refrescarme la memoria. Por el contrario, a personajes como Omraam Mikhael Aivanhov, de La Gran Fraternidad Blanca Universal, entre otros, no solo le precede su trabajo sino también su aura de Santidad comparable a la del Papa Juan XXIII, el Papa Bueno que concibió el Concilio Vaticano II.


Los que nos conocéis ya sabéis lo que opinamos acerca del grave problema de juzgar a los demás por su, supuestamente, negativo comportamiento; bueno, de hecho, ninguno de nosotros tenemos el derecho de juzgar a nadie y mucho menos de catalogarlo como bueno o malo.


Nuestra Personalidad, como ya dijimos está compuesta de innumerables yoes, lo que le confiere su original individualidad; dicho de otro modo, todos tenemos nuestros claros y oscuros. Unos claros y oscuros que pueden ser más o menos evidentes dependiendo del grado de intimidad que lleguemos a poder tocar.


En lo íntimo de la alcoba o del baño se conoce a muy poca gente. Yo me atrevería a denominarlos como valientes que han roto los esquemas de lo políticamente correcto, contando sus intimidades, sin importarles lo que el Mundo piense acerca de ellos. Así es que, lo importante no es lo que nosotros creamos ver o no ver de los demás. Lo importante es lo que ellos son de cara a Dios, el Señor y lo que tú seas de cara a Cristo tu Señor.


Hay quienes tienen vicios muy visibles como la drogadicción, el alcoholismo o el tabaquismo y que, por su comportamiento inadecuado, socialmente hablando, pudieran parecernos malas personas y con las que no deberíamos de tener algún tipo de trato; pero existen otros vicios, mucho más graves, y que podrían no resultar tan evidentes y visibles como el hábito al juego, la pederastia o una mente enfermiza de cara al sexo.


Así, de tal o cual Personaje, ha llegado hasta nosotros no solo su Trabajo, algo completamente objetivo, sino también los chismes, dimes y diretes creados por sus envidiosos enemigos, algo a mi parecer completamente subjetivo. Todos sabemos que lo que se conoce acerca del supuesto Conde de Cagliostro es lo que la Inquisición Católica nos ha transmitido. De Crowley, no digamos la estricta e hipócrita moral Victoriana que al Mago británico le gustaba confrontar como puro divertimento.


A OSHO, por ejemplo se le ha achacado ser un amante de los Rolex y de los Rolls Royce que sus millonarios fanáticos le regalaban. Creo que tenía una de las mayores colecciones de autos de lujo en Estados Unidos, hasta que la perdió cuando tuvo que salir, por patas, del País; pero sus libros se siguen vendiendo y leyendo, con fruición, en todo el mundo.


Muchas veces, visto lo visto, la espiritualidad y la moral parecieran ir por caminos contrarios; pero debemos de tener en consideración que la moral es relativa y depende del tipo de Sociedad en la que el Sujeto se encuentre; pero Espiritualidad Cristica solo existe una e inmutable. Así, personajes que fueron capaces de escribir y transmitirnos un tipo de Literatura mágica y trascendente, algún motivo ignoto tuvieron para comportarse de manera inapropiada a los estándares morales de su época.


De otros que, poco menos, consideramos como santos inmaculados, muy probablemente no sepamos nada de sus defectos personales porque tuvieron la prudencia de mantener sus vicios dentro del terreno de la más estricta intimidad. Una intimidad que por suerte, o buen trabajo, jamás saldrán a la luz. Por lo tanto, repetimos, solo Dios conoce el Corazón de los hombre porque lo hace desde el interior y nosotros solo podemos ver el exterior ilusorio y mentiroso de la Persona.


Si el Individuo ha trabajado para lavar y guardar la ropa; es decir, se ha preocupado de mantener su más estricta intimidad en secreto, muy probablemente, la huella que deje en la Historia será de Santidad, sin ser realmente un Santo. Por el contrario, otros que, por propia convicción, han querido ser más sinceros con quienes les rodeaban, hoy, de ellos, conocemos hasta sus vicios más ocultos y censurables por la moralidad imperante.


De Crowley se han dicho tantas o más mentiras como de Hitler, por poner un caso, convirtiendo a ambos, de cara al público, como monstruos inhumanos con características psicopáticas; pero debo de recordar que esas historias que han llegado hasta nosotros no fueron autobiográficas sino realizadas por terceros que ya tenían una idea prefijada, probablemente falsa, acerca de dichos personajes. Una biografía manipulada de la que se han realizado innumerables copias unas semejantes a las otras, parándose siempre a subrayar la impropia inmoralidad de la Personalidad, no parándose a dilucidar el trasfondo de su Obra Escrita, que es donde, en realidad, la Mente condensa su saber espiritual.


Así podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que los renglones torcidos de Dios se ven así por un defecto de percepción en nosotros que vemos la realidad tergiversada por las opiniones de terceros así como por los conceptos morales establecidos de cada Época.


Para finalizar esta breve reflexión solo indicar que en la mayoría de ocasiones una deslumbrante apariencia, pura ilusión, enmascara un alto nivel espiritual; pero que no puede ser observado por el resplandor de nuestras opiniones preconcebidas.


No juzguemos la vida de los demás, no sea que nosotros mismos seamos juzgados por aquellos que nos odian y envidian y que, muy probablemente, se encuentren tan cerca de nosotros como lo está la familia, los compañeros de trabajo e incluso hermanos de Hermandad.


Si quieres conocer a alguien de verdad y ha dejado un legado escrito, lee su trabajo en lugar de las biografías interesadas más en desprestigiar que en informar. Recuerda que la Envidia es como una lente que tergiversa la verdad. Así quienes envidian, aunque parezcan no mentir y pasen, favorablemente, por la Máquina de la Verdad, lo hacen a pesar de lo que ellos piensan; porque sí, será su verdad; pero es una verdad que solo vive en el interior del rastrero envidioso.


Aralba R+C