La Pornografía es Satánica
"La pornografía es satánica no por lo que muestra, sino por lo que vende y supone"
-Los vendedores a las puertas del Templo-
"¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?"
(1a de Corintios 6:19)
Todos los temas relacionados con el sexo parecen ser algo tabú para muchos predicadores, en tanto que mostrar una opinión, al respecto, pudiera ofender a todos aquellos que incumplen la voz de la razón y del sentido común, por andar en post de nuevas modas sociales.
Los templos de piedra son meros símbolos perennes del Cuerpo Humano, el verdadero y único Templo donde mora El Señor Cristo; es decir, Dios. Entrar en un templo de piedra sucio y apestoso, no solo es algo que no es agradable sino que te echa para atrás. Los templos, nuestros cuerpos también, deben de mantenerse limpios e impolutos, tanto a nivel mental como corporal. Tengan en cuenta que tanto la lascivia como la lujuria son suciedad mental como lo son los prejuicios y juzgar a la gente.
"En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
"Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?".
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
"El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra".
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó:
"Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?".
Ella contestó:
"Ninguno, Señor".
Jesús dijo:
"Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más"
(Juan 8:1-11)
Cuando las diversas denominaciones religiosas, fundamentalmente las Judeo-Cristianas, hacen un hincapié exagerado en la sexualidad como algo sucio, el Maestro Jesús de Nazaret, depositario de Cristo Dios, pone, con las palabras anteriores, las cosas en su sitio; es decir con "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra", niveló todo tipo de transgresiones o impurezas contra el Sagrado Templo de Dios. El uso del Templo para actos indebidos es reprobable; pero, en modo alguno, más que el de aquellos que señalan y juzgan a otros.
"No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre"
(Mateo 15:11)
En éste sentido, creemos que queda claro que para el Señor, es mucho más despreciable e impúdico el hablar mal de otros, criticar, juzgar, denigrar, maldecir; es decir, enredar, que todo aquello que pudiéramos realizar con nuestro Cuerpo, el Templo de Dios. La suciedad de lo que sale de la boca del Templo de Dios, es mucho más deleznable que todo aquello que tuviera que ver con su estructura corporal. No estamos disculpando, en modo alguno, a aquellos para los que el sexo se ha convertido en un vicio de lujuria. Lo que intentamos hacer comprender a nuestros lectores es que no existe pecado alguno en la entrega gratuita e incondicional hacia los demás, siempre que se haga con verdadero amor y nunca por concupiscencia o mero egoísmo placentero.
"Escrito está - les dijo- : Mi casa será llamada casa de oración, pero ustedes la están convirtiendo en una cueva de ladrones"
(Mateo 21:12-17)
Recordad que alrededor del Templo, estaba rodeado por tenderetes de vendedores que traficaban con sus productos, aprovechándose de la afluencia de los asistentes al Templo. Esto es lo que se denomina como Simonía, la prohibición absoluta, por Dios el Señor, de traficar con las cosas sagradas; ya sean fruto del propio Templo o de sus alrededores. Esto es así porque ese tráfico económico es porquería, suciedad que provoca interferencia con lo sagrado de los frutos del Templo y, por ende, de la Iglesia que es el conjunto de los templos individuales y que constituyen el Cuerpo de Cristo. "Lo que de gratis recibísteis de gratis lo daréis"
"¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores heredarán el reino de Dios."
(1a de Corintios 6:9-10)
Por lo tanto, veamos cada cosa en su contexto "Todo está permitido. Sí, pero no todo es conveniente". Esto quiere decir que todo aquello que sea hecho por amor y con amor, sin ánimo de dañar o perjudicar a alguien está prohibido. Solo se prohíbe aquello que pueda ensuciar el Templo de Dios. Las Palabras Fornicar o Adulterar no significa realizar sexo con alguien, ya sea soltero o casado, sino el realizarlo por vicio o, a escondidas, con ánimo de disfrutar a expensas de un daño realizado a terceros. Aquí nada se dice en contra de la verdadera amistad entre hombres o entre mujeres, sino de la suciedad que supone buscar el placer físico a costa de ensuciar, tanto nuestro propio templo como el del otro.
"Andan diciendo algunos: "Todo me está permitido". Sí, pero no todo es conveniente. Y, aunque todo me esté permitido, no debo dejar que nada me esclavice.
Dicen también: "La comida es para el estómago, y el estómago, para la comida"; pero Dios hará que perezcan ambas cosas. Y, en todo caso, el cuerpo no está hecho para la lujuria, sino para el Señor. A su vez, el Señor es para el cuerpo.
Por su parte, Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros con su poder.
¿Ignoran que sus cuerpos son miembros del cuerpo de Cristo? ¿Y voy a convertir un miembro de Cristo en miembro de prostituta? ¡De ningún modo!
Ustedes saben, en efecto, que unirse a una prostituta es hacerse con ella como un solo cuerpo. La misma Escritura lo dice: Los dos formarán un solo ser.
En cambio, el que se une al Señor, formará con él un solo ser en la esfera del Espíritu.
Huyan de la lujuria. Cualquier otro pecado que la persona cometa queda fuera del cuerpo, pero el pecado de la lujuria ofende al propio cuerpo.
¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que han recibido de Dios y que habita en ustedes? Ya no son los dueños de ustedes mismos.
Han sido rescatados a buen precio; glorifiquen, pues, a Dios con el cuerpo.
(1a de Corintios 6:12-20)
Aralba R+C