En busca del Maestro

 “En busca del Maestro”


-El reto de todo aspirante a Discípulo-


“Cuando el Alumno está preparado aparece el Maestro”

(Proverbios Zen)


Todos, en el ámbito esotérico, ese proverbios lo hemos conocido con un pequeño matiz: “Cuando el Discípulo está preparado aparece el Maestro”; lo cual es una incoherencia, pues nadie puede ser discípulo de alguien, si previamente no se ha dado a conocer ese alguien, en nuestro caso el Maestro. Por otro lado, a algún espabilado, sin ánimo de ofender a nadie, se le ocurrió la ocurrencia de expresarlo de otro modo: “Cuando el Maestro está preparado aparece el Discípulo”


En el ámbito Rosacruz, perteneciente a la Tradición esotérica de Occidente, decimos: “Cuando el Alumno se encuentra preparado para convertirse en Discípulo aparece Cristo”; en tanto que para el Gnóstico Rosacruz, no existe otro Maestro y Señor que Cristo; es decir, el Maestro Interior. 


Existe otro dicho ancestral que dice: “Si te conoces a tí mismo, conocerás a Dios” Esto es así porque nuestro verdadero Ser, no la múltiple Personalidad, es Cristo y Cristo es Dios; por lo tanto, si nos conocemos a nosotros mismos conoceremos a Cristo y, por consiguiente, al Elohim Creador.


El concepto de Maestro externo o Gurú es algo extraño en la Tradición de Occidente; pero sí se valora la labor de los profesores, tutores o consejeros, siempre que no se desarrolle un peligroso apego entre los instructores y los alumnos; pero el Título de Maestro está restringido a Cristo, nuestro Maestro Interno.


En algunas de las aulas de nuestro “Colegio Invisible de la Rosacruz”, hemos compartido con nuestros lectores y amigos, ciertas estrategias para conseguir tan ansiado contacto; pero nuestras instrucciones siempre son, a modo de consejos; pero nunca como algo tasativo y que, como un estándar, pudiera servir a todo el Mundo por igual.


De hecho es Cristo, nuestro Maestro Interior, con una paciencia infinita y sin alguna prisa, quien nos proporciona la ayuda necesaria mediante la voz interior de la intuición y de la conciencia; es decir, al comienzo nos instruye sin que nos percatemos y, poco a poco, según se va desarrollando nuestro Conocimiento, se va haciendo más consciente nuestra relación con el Maestro Interior.


Es por todo lo anterior que siempre que alguno de vosotros nos denomina como Maestro, intentamos corregiros; y, de verdad, no se trata de falsa modestia, sino que poseemos la perfecta convicción de que el verdadero y único Maestro solo puede ser Cristo. Al resto, los instructores externos, nos podréis denominar de mil maneras diferentes, incluso Profesor; pero nunca Maestro, en tanto que se trata de un Tírulo que solo le corresponde al Dios de nuestro Corazón.


Todos los instructores externos, con el paso del tiempo, de forma invariable, terminan defraudando a sus alumnos de mil y una maneras diferentes. Esto se produce porque el Alumno idealiza a su Tutor de tal modo que, cuando Éste actúa de una forma incoherente con la idea particular que nos habíamos formado de Él, nos decepcionamos; y esa decepción influye de forma negativa en nuestro crecimiento espiritual, haciendo que abandonemos el Camino emprendido o, al menos, retardándolo. 


Cristo, nuestro Maestro Interior, no nos decepcionará jamás ni será origen, para nosotros, de frustración alguna.


En el ámbito externo todos somos profesores y alumnos, incluídos los niños, nuestras mascotas o hasta un mero paisaje. En estos casos, el único cuidado que deben de tener tanto instructores como alumnos es no desarrollar apegos de algún tipo y, en todo caso, no hacerse expectativas infundadas unos sobre los otros; es decir, los instructores acerca de los alumnos y los alumnos respecto de los instructores.


En el ámbito Interno, éste problema no existe, en tanto que el Maestro siempre se encuentra presente aunque de manera invisible e imperceptible hasta que  el Alumno de la Rosacruz se encuentre preparado para poder transformarse en Discípulo y es entonces, solo entonces, cuando el Maestro se torna visible y comienza una relación profunda y cada vez más intensa entre ambos; es decir, el Maestro, ahora visible, acepta como Discípulo a ese Alumno que se ha preparado convenientemente, mediante su estudio, introspección y, muy importante, actitud vital para consigo y sus semejantes. Sobra decir que, en éste ámbito, el Apego no solo no estorba sino que es imprescindible, pues de lo que se trata es de la progresiva fusión del Maestro con el Discípulo, hasta que no exista diferenciación; pero ésto solo sucede cuando el Discípulo se convierte en Adepto y por lo tanto en su propio Maestro, la Personalidad, en estos casos, se ha integrado, transformada completamente, dentro del Alma Espiritual, Esencia de Cristo, nuestro Maestro y Señor.


No se puede ser Discípulo, repetimos, si no existe antes un Maestro que nos acepte como tal. Mientras tanto, podremos seguir considerándonos como alumnos de la Rosacruz. Cuando el proceso de discipulado, una parte avanzada del alumnado Rosacruz, concluye, nos encontraremos preparados para fusionarnos con Cristo; es decir, Ser redimidos y salvados de la miseria de la Materia, al permitir que nuestra vibración más alta del Alma sea fagocitada por Cristo, nuestro verdadero Ser. Solo a partir de entonces seremos dignos, en tanto que Adeptos, de recibir el Sagrado Título de “Hermano de la Rosacruz”, mientras tanto seguiremos siendo, según nuestro estadio, alumnos, discípulos o hermanos lego de la Rosacruz.


Frater Toni (Hermano Lego R+C)