El Diablo no existe

 "El Diablo no existe"


-Las equivocaciones de los gnósticos-


Según el experto en gnosticismo y Cristianismo primitivo, el Dr. D. Antonio Piñero, no puede hablarse de un solo gnosticismo; sino que, en los primeros siglos del Cristianismo, más bien existían muchas versiones o interpretaciones diferentes de la Gnosis. Por lo tanto, se trata de un error muy común considerar que solo existió una interpretación gnóstica, tanto a nivel de Cosmología como de Filosofía de Vida.


Por ejemplo, a nivel cosmológico, algunos gnósticos consideraban al Demiurgo como una emanación del Eón Sophía y que, en último término, el fue el responsable de dar forma a la Creación del Mundo. Otros, por el contrario, consideraban que el Demiurgo era un Arconte, una suerte de demonio, que atrapó a espíritus procedentes del Pleroma y los aprisionó en el Universo, y en los cuerpos físicos que ya conocemos.


A nivel de filosofía de vida, también como un mero ejemplo, unos gnósticos despreciaban el sexo por ser algo material y mundano, y otros, sin embargo, se rendían al desenfreno sexual, sin concepción, como una suerte de venganza contra el Demiurgo y, lo curioso, es que ambas visiones contrarias proporcionaban sus argumentos lógicos.


Entonces, consideramos que lo propio sería analizar las diferentes visiones del gnosticismo y valorar qué sería lo verdadero y aquello que no. La visión gnóstica de la Rosacruz, entendemos que la más correcta, entiende que cualquier idea terrorífica, respecto de un maligno, va en contra de la Naturaleza benigna del Pleroma y que, por lo tanto, no se puede hablar de un Satanás, en tanto que adversario de Dios, sino de errores o equivocaciones accidentales que nos han llevado a entender, erróneamente, acerca de la existencia de un posible adversario de Dios.


Según el Mito gnóstico más aceptado, el Eón Sophía, miembro del Consejo Celestial del Pleroma, intentando conocer el Misterio de su eternidad y origen, decidió crear un símil del Pleroma; como una suerte de laboratorio acotado donde poder experimentar y dilucidar, tanto el origen del Pleroma como de ella misma, en tanto que Eón.


Con tal propósito, El Eón Sabiduría emanó de sí misma, en forma de Voluntad Creadora, un Ser que vendría a ser conocido como el Demiurgo y que, en último término, sería el Arquitecto responsable de la Creación. Así, dentro del Éter del Cuerpo de Sophía; por lo tanto, también del Pleroma, diseñó una suerte de burbuja espacio temporal, constituida de materia caótica, y a la cual fue llevando unas pocas ideas del Pleroma, haciendo que esas ideas inmateriales tomasen forma de cosas; desde las más diminutas partículas cuánticas hasta las gigantescas estrellas que conforman las galáxias; evidentemente, también todo lo que existe, tanto minerales, plantas, animales como humanos.


Así, el Demiurgo más que por mandato, por capricho de Sophía, comenzó una primera Creación que quedó plasmada en una suerte de escenario inerte y sin Alma, donde el Ser Humano, según cuenta el Mito, se arrastraba por el suelo a modo de una babosa inconsciente.


Viendo Sophía el desastre que había provocado con su decisión de desentrañar lo incognoscible, solicitó la ayuda del Consejo de los eones del Pleroma, con el fin de solventar el problema que se había creado. Tras una prolongada deliberación, el Consejo de eones, representando al Pleroma, aconsejó a Sophía que infundiera su propio Espíritu en la Creación del Demiurgo, con la intención de que ese escenario sin Alma cobrase vida y así se produjo la segunda Creación; en donde el Demiurgo, en tanto que la emanación de la Voluntad de Sophía, por voluntad propia se integró, en tanto que Espíritu Inmortal, con su propia Creación.


Éste hecho está simbolizado en el episodio en el que el Demiurgo insufla su Espíritu de Vida en el Ser Humano, en tanto que cúspide de la Creación, en su sexto día y a continuación, en el Séptimo se echó a descansar. Éste episodio simboliza el hecho de que el Mundo creado, no solo está constituido de materia sino también de Ánima. Un Ánima Universal que se encuentra fragmentada en una multitud de fragmentos de Espíritu Inmortal procedentes del Demiurgo y, por consiguiente de Sophía y, claro está del Pleroma.


Por lo tanto, lo que conocemos como mal no es otra cosa que producto de la interpretación ignorante de un accidente cósmico, fruto de una decisión equivocada de Sophía; el Eón Sabiduría. El Demiurgo no es Satanás, en tanto que sus fragmentos son parte de nosotros mismos y lo que nos confiere Alma y una Chispa de Inmortalidad. Eso que los rosacruces denominan como Cristo no es otra cosa que la Chispa de Espíritu del Demiurgo que mora en todos nosotros.


Nada, repetimos, que produzca miedo o desasosiego en la mente de los seres humanos, tiene posibilidad alguna de una verdadera existencia.


Existe, no obstante, una suerte de impostor del Demiurgo que es conocido por una parte de los antiguos gnósticos cristianos, como Autades o el Gran Presuntuoso. Un Arconte asimilado, en tanto que rector del Tiempo, al Dios Cronos de los griegos o el Saturno de los Romanos y que, por similitud, terminaría tomando el nombre de Satanás, el Adversario.


Evidentemente, éste Arconte nada construyó; pero sí es cierto que era el Pilar más importante, el Tiempo, que junto con el Espacio permitiera que el Mundo de la Materia, contruído por el Demiurgo, pudiera existir.


Así, con el transcurrir del Tiempo, al no haber constancia del Demiurgo, al encontrarse descansando en su propia Creación; de ahí, lo del Eterno Durmiente, el Autades gnóstico se convirtió en el impostor que hoy conocemos como el Falso Demiurgo, el falso Creador; pero sin cuya existencia, el Mundo jamás hubiera sido posible.


Lo curioso del caso es que tanto Autades como el resto de arcontes no son criaturas, en tanto que no son emanaciones ni del propio Demiurgo ni de los eones, incluida Sophía. Los arcontes solo son algoritmos de información, construidos a modo de inteligencias artificiales dedicadas a mantener una Creación lo más estable y uniforme posible para que no colapsara sobre sí misma. Así, estos algoritmos de información están dedicados a mantener indelebles las normas y leyes que rigen en nuestro Universo. Por decir así, son una suerte de máquinas sin Alma ni Consciencia que funcionan de forma automática y que unas pocas veces, sus acciones nos favorecen y en otras muchas nos perjudica.


Así, cuando por acción u omisión, esas acciones nos favorecen, las tomamos como el resultado de fuerzas angélicas; pero cuando, por esas mismas razones, nos perjudican, las tomamos como fuerzas satánicas.


Que se nos quite de la cabeza, ya somos mayorcitos para creer en cuentos de hadas. Ni los ángeles son tales ángeles ni los demonios son tales demonios. Ambos no son otra cosa que las tales fuerzas actuando de forma automática, sin intención de hacernos bien; pero tampoco de hacernos mal.


Ese Bien o ese Mal solo es consecuencia de nuestra ignorancia al colocarnos, de forma inconsciente, al amparo o en contra de su poderosa energía en comparacióm con la frágil naturaleza de nuestros cuerpos.


Tanto lo que conocemos como el Bien como el Mal; del mismo modo que los Ángeles y los Demonios, no son otra cosa que una construcción mental fruto de nuestra Ignorancia.


La acción de los arcontes podemos sentirla como una verdadera realidad, en tanto que esas fuerzas toman su energía, para poder funcionar, del Creador; es decir, de la Creación y, por lo tanto, de nosotros mismos. Esa Energía, para ellos, es sólo eso, Energía; pero para nosotros es el resultado de poner en juego nuestras emociones, ya sean positivas como el Amor o negativas como el Odio. La importancia de conocer ésto es crucial, pues los arcontes, de forma automática, nos devuelven siempre aquello que toman, si Amor, Amor y si Odio, Odio.


Y esa es la explicación científica de la existencia en el Mundo, de eso que conocemos como el Bien y como el Mal.


Los antiguos magos, como nuestros actuales científicos, eran aquellos que conocían el funcionamiento de las leyes naturales, siendo capaces de aprovecharse de sus efectos positivos en beneficio de la comunidad y de sortear los negativos con el mismo fin.


Por otro lado, mientras el Universo continúe con su progresiva expansión, el Espíritu del Demiurgo seguirá fragmentándose en nuevas almas; pero cuando esa expansión se revierta, la fragmentación no solo cesará sino que el Espíritu del Demiurgo, tras finalizar el proceso, volverá a ser el Uno que siempre fue y que nunca dejó de ser, resurgiendo ya no como el Demiurgo que fue sino como el Adam Kadmón Cabalístico, un Adám Cósmico y Divino constituido por la consciencia y memoria de todos nosotros; en suma, Cristo Dios


Aralba R+C