¿Por qué hablamos de una Reforma inconclusa?
“Miedo a ser invadidos”
-Esa invasión comenzó su curso cuando la Humanidad tomó conciencia de su propia existencia-
Existe un miedo existencial a ser suplantados por otras especies más inteligentes que la nuestra. Vayas donde vayas y mires donde mires, dentro del Mundo audiovisual y de la Ciencia Ficción, todo son clichés de planes de invasión, por parte de extranjeros, con el único propósito de retirarnos y ser sustituidos del trono de la cúspide Creacional.
Lo hemos expuesto en muchas ocasiones; pero no parece que sea suficiente: los seres humanos no somos una especie de primate más de éste Planeta sino una suerte de simbiosis, forzada, de un Ser de éste Planeta, el primate y un Ser de Naturaleza extraña para éste Mundo, que conforma una Alma consciente y que es infinitamente superior al cuerpo que ocupa.
Es más que probable que ésta simbiosis material y espiritual comenzara a modo de parasitismo, de alguien ajeno a nuestro Universo; pero que requiriese de algún vehículo de manifestación, aunque éste fuese tomado prestado incluso por la fuerza de una manipulación mental superior.
Con el tiempo, esa relación simbiótica se ha hecho cada vez más estrecha, hasta el Punto de que si el Ser extranjero abandonará su Cuerpo terrestre, lo estaría condenando a su extinción; en tanto que, habiendo perdido la mayoría de sus instintos de Supervivencia, no sabría sobrevivir en un entorno convertido hostil tras la prolongada dependencia de una Mente Superior.
Así, hoy, la parte animal de los seres humanos no podría competir en su entorno etológico sin el aporte de su Mente consciente, una Mente que pertenece a otra Especie, una Especie adoptada por nuestro Universo y que no tendría manifestación existencial, aquí, sin el aporte de los cuerpos del Homo Sapiens.
Está simbiosis, de la que hablamos, acerca de un Cuerpo de éste Mundo y un Espíritu de otro Mundo, se encuentra cimentada gracias a una artificial soldadura a la que conocemos como Alma y Sede de lo que denominamos como Mente, la Conciencia y la Inteligencia Superior.
El Espíritu, durante toda la Historia de la Humanidad, ha venido ocultando a sus cuerpos la realidad de un primitivo parasitismo impuesto y de una posterior y paulatina simbiosis, con el fin de impedir que los seres parasitados pudieran rebelarse contra sus parásitos de otra dimensión, sus propias mentes.
Con el paso de las edades, la simbiosis se ha consolidado de tal modo que es muy difícil discernir dónde termina el Homínido mortal y comienza su Conciencia alienígena inmortal.
Como pueden observar nuestros lectores, no es necesario alejarnos mucho de nosotros mismos para comprobar, “in situ”, las consecuencias de una invasión extranjera; y ello, hasta tal punto, que siempre estamos imaginando cuáles podrían ser las consecuencias de los planes de una supuesta invasión alienígena, cuando lo cierto es que esa invasión ya se produjo cuando una Conciencia Extraterrestre necesitada de un vehículo de manifestación en éste Universo, se fusionó con una de las muchas especies de Homo Sapiens, nosotros.
Desde el comienzo de ésta colaboración forzosa, el Espíritu viene haciendo lo posible por convertir sus vehículos prestados, a la fuerza, en lo más eficientes posible; pero hay algo que impide que la fusión simbiótica sea perfecta, las naturalezas tan diferentes entre el Cuerpo y su Pasajero, el Espíritu. Es como si, de algún modo, el Cuerpo, en su inconsciencia, estuviese condenado, de por vida, a ser un mero subordinado del Espíritu y condenado a su extinción, cuando ya no le sea útil al extranjero que lo cabalga; pero la Realidad es que el Extranjero no puede manifestarse en éste Universo sin su cabalgadura y es por ello que insiste en conseguir una suerte de acuerdo interdimensional y en el que el Cuerpo y su Alma puedan ser espiritualizados mediante el Proceso de la Cristificación. Así, se produce una Transmutación de lo grosero de éste Mundo en lo sutil y espiritualizado del Mundo Original del Espíritu del Hombre, el Pleroma mediante una parte común de su soldadura, la parte del Alma Inmortal que está fuertemente fusionada con el Espíritu y la que es receptora, necesaria, de todas las experiencia obtenidas y acumuladas del Alma inferior conectada al Cuerpo Humanoide.
Evidentemente, ese acuerdo diseñado por el Espíritu debe de ser aceptado por el Yo de la Personalidad y es, a partir de aquí, que el parasitismo forzado, si es aceptado de moru propio, desaparece para convertirse en una verdadera simbiosis entre iguales que se necesitan. El Cuerpo y su Alma para alcanzar la Vida Eterna y el Espíritu para poder adquirir experiencias continuadas con los sentidos de su colaborador y Amigo.
Solo bajo un Estado de conciencia del Yo elevado, es que éste, la Personalidad, puede asumir de buen Grado el haber sido manipulado por una fuerza extranjera y que no es, ni nunca lo fue de éste mundo.
Así, la Humanidad tal y como la conocemos hoy, nada tiene que ver con una hipotética y supuesta invasión extraterrestre, pues ella misma, como Especie simbiótica de Cuerpo y Espíritu, es el producto de esa misma invasión y que se produjo en el principio del Tiempo.
El Ser que vive en nuestro Cuerpo es alguien muy, muy poderoso, a nivel intelectual, alguien a quien temen mucho unos hipotéticos invasores de Segunda o Tercera generación. Y es quizá, muy probablemente, por ello, que el resto de razas del Espacio no deseen comunicar con nosotros. Mejor dejarnos en paz que entablar relaciones con algo tan peligroso, para ellos, como lo que somos: una nueva Especie constituida por la simbiosis de dos especies pertenecientes a diferentes mundos.
Frater Toni (Hermano Lego R+C)