Cualidades y herramientas del Alma

 “Cualidades y Herramientas del Alma”


-Fe, Esperanza, Caridad y Oración: (Devoción, Adoración, Meditación y Contemplación)


En otro Lugar, recientemente, hemos comentado que existen herramientas materiales para modificar nuestro entorno cercano; pero que también existen herramientas místicas, imprescindibles, para acercarnos a Dios. Evidentemente nos encontramos en el ámbito de acción de la espiritualidad más ortodoxa o de la religiosidad más profana.


Son tres las cualidades inherentes al Alma de todo Buscador y de las cuales se pueden extraer las herramientas místicas de construcción: La Fe, la Esperanza y la Caridad. Cómo de costumbre, especificaremos lo que entendemos como cada una de estas cosas; en tanto que nuestra exposición difiere, en algunos matices, respecto a la explicación religiosa y que dejaremos para que los lectores investiguen en los diferentes catecismos religiosos.


Quienes nos siguen desde hace tiempo conocen que cuando aquí hablamos de Fe no nos estamos refiriendo a su sinónimo profano “Creer”, sino a una suerte de Conocimiento intrínseco del Individuo (Gnósis), que puede manifestarse de forma inconsciente mediante la denominada como Intuición, o de forma consciente la Gnosis propiamente dicha. Quienes actúan por Fe, lo hacen con conocimiento de causa, ya sea de forma consciente o inconsciente; pero invariablemente se trata de una clara evidencia de algo que se conoce aunque no se perciba. Eso es la misma Gnosis.


La Esperanza, consustancial a la Fe, es la segunda Cualidad del Alma y es exactamente lo mismo que la “Paciencia” en tanto que, aquellos que poseen esperanza, previamente tienen Fe; es decir, conocen el fin último de una circunstancia; luego no es que la Esperanza se encuentre ligada a la Paciencia, es que son una misma cosa y cuando decimos “Paciente Espera” estamos realizando una redundancia linguística; en tanto que quien tiene Esperanza, siempre será Paciente y aquel que posee Paciencia es porque tiene Esperanza. Esto es así porque la previa Fe, el Conocimiento previo de las cosas, la Gnósis, provee una suerte de Clarividencia reconfortante que proporciona sosiego y tranquilidad.


Por último tenemos la Caridad que tampoco es, persé, ir dando limosnas a los mendigos o consuelo a los necesitados, sino el Amor que no es otra cosa que la Fuerza coercitiva procedente del Pleroma, de Dios. De las tres cualidades del Alma, el Amor es la única importante y fundamental, en tanto que quien posee Amor también tiene Fe y, por supuesto, Esperanza. Por el contrario, aquellos que no albergan el Amor, en su Corazón, se encuentran desposeídos tanto de la Fe como de la Esperanza, dado que donde no hay Amor no puede haber Gnosis y donde no hay verdadero Conocimiento, no puede haber más que mera creencia sin la capacidad de Esperanza o Paciencia. Así, quienes poseen una sola de cualidades del Alma es sinónimo de que posee las tres, pues son indisolubles las unas de las otras. 


Solo aquellos que poseen las cualidades del Alma son capaces de desarrollar las herramientas místicas que les permita construir, de forma permanente, en el Cielo; es decir, en el Éter o tejido del Pleroma. En realidad solo existe una única Herramienta, la Oración; pero según su sentido y dirección recibe diversos nombres.


Orar es hablar o comunicarse con Dios; pero no con un Dios extraño ajeno a nosotros, sino con la parte o Esencia de Dios que mora en nosotros, se dice que en nuestro Corazón. Oración es conversar con Cristo; pero también atender a los consejos de nuestro Maestro Interior y hacer caso de nuestro Ángel Custodio, las tres cosas son un mismo Ser. Hablar con Dios supone aprender a conocernos a nosotros mismos, nuestra verdadera Esencia y conociéndonos también conoceremos al mismo Dios, pues no existe diferencia alguna entre la Esencia de Dios de la de nuestro Ser Interno.


La Oración se puede manifestar de mil y una maneras; pero los seres humanos conocemos a algunas de dichas manifestaciones con diferentes nombres: “Devoción, Adoración, Meditación, Contemplación…”


La Oración, al contrario de lo que se cree, no es recitar el Padre Nuestro o el Ave María de carrerilla. Sería una falta de respeto que en una conversación con un igual nuestro llevásemos escrito lo que tengamos que decirle. La Oración debe de ser sinónimo de un diálogo sincero, natural y sin artificios para con el verdadero Ser que habita en nosotros y que no es otro que Cristo, el único mediador entre el Pleroma y nosotros.


La Oración puede mostrar Devoción y Adoración, semejante a la que podríamos sentir por aquella Persona de la que estuviéramos enamorados. La Devoción y la Adoración conllevan el necesario respeto; pero un respeto sin miedo o temor a que pudiésemos malhumorar a Dios y de que éste, nos respondiese de mala manera. Dios no funciona así, se trata de una apreciación que tenemos acerca del Señor porque intentamos traducir sus reacciones según nuestro natural y humano proceder y Dios no es Humano en sí.


Las religiones poseen las formas de Oración extremadamente catalogadas en forma de “Petición o Plegaria”, “Alabanza o hacer la pelota a Dios”, “Agradecimiento por aquello que recibimos como Gracia”; e incluso, se suele confeccionar una Secuencia Estándar para realizar la Oración, comenzando con el “Reconocimiento nuestro de su Naturaleza Divina (Padre Nuestro que estás en el Cielo)”, pasando a continuación a la “Alabanza (Santificado sea tu Nombre)”, se continúa con la “Plegaria (Venga a nosotros tú Reino, y hágase tu Voluntad así en la Tierra como en el Cielo)”, se continúa con las “peticiones mundanas (El pan nuestro de cada día, dánoslo Hoy)”, continuamos con nuestra “petición de perdón (perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores),  pasamos a las “peticiones espirituales (No nos dejes caer en la Tentación más líbranos del Mal)”


El Padre Nuestro no es una Oración en sí misma sino un Modelo de Oración; en tanto que la Oración, ya sea devocional, de adoración, de meditación o contemplación (absoluto silencio Interno), debe de surgir de forma natural desde nuestro Corazón. Debe de sentirse como un diálogo que tuviésenos de igual a igual con la persona de nuestra mayor confianza.


Digamos que rezar o recitar oraciones enlatadas como el Credo, el Ave María o el mismo Padre nuestro no sirven para mucho. Quizá solo como ejemplo a imitar en nuestras oraciones particulares; pero para poco más. Las oraciones en voz en grito, al estilo evangélico y pentecostal, están absolutamente amonestadas en los evangelios; en tanto que se dice, con meridiana claridad, que nuestras oraciones deben de ser en silencio y apartados del Mundo; es decir, entre nosotros como individuos-Personalidad y Cristo-Dios que vive en nuestro interior. Por lo tanto, ni católicos ni protestantes, en general, cumplen con las premisas básicas para que sus prácticas puedan considerarse verdaderas oraciones. 


Las mal llamadas oraciones que se elevan, en alto, hacia el público asistente no es otra cosa que Vanidad; en tanto que sirve para que la feligresía opine lo bonita que ha sido la Oración, lo Bien que habla el Hermano o que se yo. En realidad, todo eso solo sirve para dar brillo al ego y poco más; de hecho, es más oración la que realiza una Persona cuando habla consigo mismo, aunque se la llame loca, que todos esos rezos enlatados y esas plegarias en voz alta que se realizán más que como Oración, como Testimonio de Conversión o de profesión de Fe Religiosa.


También entrarían en las herramientas del Alma, las prácticas rosacruces de la Meditación (la Contemplación de toda la Vida), propiamente dicha de dejar nuestra Mente en blanco, la Retrospección nocturna, ya comentada en muchas lecciones y la Concentración vespertina. Experimentos o prácticas que han llegado hasta nosotros desde la antigua civilización Griega, mediante Pitágoras, actualizadas por el Maestro alemán Rosacruz Rudolph Steiner y su Discípulo Danés afincado en California Max Heindel.


Solo aquellas personas que conocen, en verdad, lo que es el Amor y las otras cualidades del Alma pueden hacer florecer, en su interior, las herramientas místicas que concentra la Sagrada Oración. Aprender a orar es fundamental; pero no sirve el que yo u otros te digamos como hacerlo. Eso no sirve. Tendrá que ser Cristo, tú Señor y Mediador Universal, quien te muestre tu particular forma de Orar, sin que se pueda confundir con otra cosa.


Frater Toni (Hermano Lego R+C)